miércoles, 31 de diciembre de 2008

Música y Filosofía (segunda parte)

El erotismo del filósofo encuentra su razón de ser y existir al momento de enamorar a las palabras, a sus propias ideas, a la asimilación de nuevas posibilidades y al cuestionamiento de lo que nos es propuesto.
La experiencia y sensación de saberse y sentirse vivo radica en el hecho de reflexionar con respecto a los fenómenos, tanto internos como externos, que pueden llegar a producir todo tipo de consecuencias en nuestras personas, desde el éxtasis, el deseo, la estabilidad, el colapso, la catarsis.
Música y filosofía se toman de la mano para dar una mayor dimensión y magnitud al proceso de reflexión del que no sólo somos participes cognitivos e intangibles, sino también actuantes concretos cuya intención es la de arrojar una idea, un concepto, una palabra, una imagen, no podemos no hacerlo desde una perspectiva hegeliana, donde es el desarrollo el paso a seguir para la claridad del pensamiento. Cada pensamiento que logra echar raíces dentro de nuestras mentes, pasará por un proceso de transformación, donde pasará de un estado uniforme al disconforme, para así ser sintetizado y finalmente, cobrar la estructura esperada y deseada.
La filosofía que circunda a la música así como la propia música que es emanada de la filosofía personal, son fenómenos que forman parte de la cotidianeidad de quien tiene el impulso exhilarante de crear; de proponer, tocar, cantar y emitir sonidos que sean tan sólo un pequeño retazo de reflejo de su individualidad.

Continuara… (…)

Recopilación extraída de “El Corregidor” diario Queretano.

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